Traemos a Marylin Monroe porque es una de las mujeres icono, que nos regala varias frases, entre esas: Si te han hecho feliz, no es un error. Confiesa que nadie le dijo que era bonita cuando niña, y acá queremos contarte un poco más, ya que es uno de nuestros personajes favoritos, de los que siempre hay algo que decir, y pese a que nos dejó hace mucho tiempo, nos sigue y seguirá sorprendiendo.
Está bueno ver más allá, lejos de las poses ensayadas vemos miradas, sonrisas… instantáneas en las que se percibe a la mujer que hay detrás del personaje. A la que solo podemos ver si nos despojamos de prejuicios e ideas preconcebidas, y la miramos con nuevos ojos.

Veremos a Norma Jean y no solo a Marilyn Monroe. A veces las charlas nos llevan a hablar de la felicidad, y de cómo nuestros primeros años inciden en gran manera en la concepción que tenemos de ella. Pues si una infancia feliz es un seguro de felicidad futura, en el caso de la pequeña Norma Jean Mortenson que nació el 1 de junio de 1926, hija de Gladys Monroe y Edward Mortenson, no fue sino una premonición de una vida rota. Éxito, admiración, legiones de fans… pero también soledad, matrimonios rotos, anhelos, alcohol, fármacos, enfermedad,… luces y sombras.
Ojalá que la espera no desgaste mis sueños
Norma Jean tuvo de todo, menos lo que entenderíamos por una infancia feliz. Una niña sin padre y con su madre saliendo y entrando de instituciones mentales pero negándose a dar a su hija en adopción legal, quien siempre dijo que el padre de Marilyn falleció en un accidente de tráfico, pero ya fallecida la actriz se supo que su padre no supo de su existencia, pues Gladys lo abandonó sin decirle que estaba embarazada, hasta muchos años después cuando quiso reclamarle una pensión alimenticia para la niña. El no conocer sus orígenes fue algo que atormentó siempre a Norma Jean, que en su estancia en Nueva York trató de localizar.

A días después de nacer, su madre llevó a Norma Jean a casa de un matrimonio que criaba bebes, en este periodo vivió brevemente con su madre y otra familia con los que compartían casa. Pero tras el internamiento de su madre, fue de un hogar a otro. En particular en uno se le despertó su interés por el cine y la interpretación, un periodo estable que finalizó cuando Norma denunció que la habían violado. Pero en esta ocasión, el dolor fue insoportable para ella, porque se quedó embarazada y en contra de voluntad, tuvo que dar a su hijo en adopción, herida que jamás cicatrizó, pues nunca pudo ver cumplido su deseo de ser madre.
«No llevéis a mi niño». Norma Jean Mortenson
Años oscuros con pequeños momentos de luz como cuando con 12 años supo que tenía una hermanastra e inició con ella una correspondencia que uniría a las dos hermanas hasta sus últimos días.
Todo en su vida sucedió a una velocidad vertiginosa, en su primera huida hacia adelante, tuvo un precipitado matrimonio, con tan solo 16 años, para evitar su vuelta a un orfanato. Su primer año de matrimonio fue feliz, por fin formaba un hogar y tenía una familia, sin embargo, antes de que cumpliese dieciocho, él se alistó en la marina dejando a Norma Jean sola. Consiguió un trabajo, hasta que un reportero la fotografió, y ésta decidió abandonar su trabajo para ejercer como azafata y probar suerte como modelo. En tan solo cuatro años logró aparecer en 33 portadas nacionales, pero para su marido ese trabajo era una vergüenza, eso y las continuas infidelidades de su mujer, precipitaron la situación. Ella le pidió el divorció e inició su duro camino hacia la fama.
Así en 1946, puso rumbo a Hollywood con un contrato de seis meses, a 75 dólares a la semana, adoptó su apellido materno, siguiendo los consejos de la Fox, y el nombre de Marilyn en recuerdo de la actriz Marilyn Miller. Norma Jean se desdibujaba para dar paso a un mito del siglo XX, Marilyn Monroe, pero para ello tuvo que recorrer un duro camino y acceder a los favores de productores y otros benefactores. Ella misma antes de morir lo confesaba así…
«Claro que me acostado con productores, sería una mentirosa si lo negase… Un papel en una película, cualquier tipo de contrato, es lo más importante para una chica, más que comer»
Fue en esa misma época cuando conoció a B. Slatzer, su incondicional amigo, un amistad que duró hasta su muerte, y tras ella lo hizo valedor de su memoria. O cuando gastaba el dinero del alquiler del apartamento que compartían para hacer regalos en Navidad, a los niños del orfanato de Hollywood, que visitaba frecuentemente y de los que conocía cada uno de sus nombres.
El poco éxito de las películas en las que hizo sus primeras apariciones, y el hecho de que tuviese un romance con el novio de la hija jefe, hicieron que no se renovase su contrato. Otro aborto, esta vez provocado, el insomnio y su mala situación económica, hicieron que iniciase el consumo de muchos fármacos que la acompañarían en sus momentos bajos.

En 1948 pensó en abandonar su carrera como actriz, y tocó fondo, trabajando como stripper y para fotógrafos de dudosa reputación. Pero el destino tenía preparado para ella un gran papel, como icono indiscutible del siglo XX, con el que inspiraría a varias generaciones de hombres y mujeres, ellos la deseaban y ellas la admiraban y emulaban.
Así inició 1949, con una aparición estelar en «Amor en conserva» en una escena con Groucho Marx. Y después, con la celebre fotografía en la que Marilyn posa desnuda, y que hoy es una de las instantáneas más famosas de todos los tiempos. Fue publicada en el calendario «Miss Golden Dreams», y años más tarde ilustraría el primer número de la revista Playboy
Una mujer sin ningún tipo de tabúes, ni miedos ante el sexo, que ella defendía como parte de su naturaleza. Una actriz que comenzaría a sobresalir con luz propia. Una belleza arrolladora, y una persona tierna, frágil y generosa, que siempre arrastró los fantasmas de su niñez y juventud. La leyenda comenzaba a forjarse y el cambio de década dejaría atrás a esa inocente jovencita, para traernos a la inolvidable Marilyn, una diosa, una mujer inigualable.
«Si dejas salir tus miedos, tendrás más espacio para vivir tus sueños»
En 1950 Marilyn rodó cinco películas, y a finales de esta década, conoce al que unos años más tarde sería su tercer y último marido, Arthur Miller, e inicia con él una estrecha relación.
En 1951 es nombrada «Miss Cheesecake» por las tropas de soldados en Alemania, y en marzo es invitada a participar en la ceremonia de los Oscar, con Fred Astaire de maestro de ceremonias, su ascensión es imparable. Rueda película tras película, con alguno que otro traspiés, y ya en 1952, en «Me Siento Rejuvenecer», la vemos aparecer con su característica melena ondulada de un maravilloso rubio platino. El mito comenzaba a formarse, y mientras, la mujer que había detrás de las cámaras era muy infeliz, relaciones simultaneas y dicen que otro embarazo fallido la abatieron nuevamente.
Así llegaron «Niágara», «Los caballeros las prefieren rubias» y «¿Cómo casarse con un millonario?» fueron sus primeros grandes papeles protagonistas en los que critica y público coincidieron. Fue una de las imágenes promocionales de «Niágara» la que Warhol utilizó para realizar sus famosos retratos de la actriz. La gente amaba a Marilyn y ella se volvió loca por el jugador de beisbol, J. DiMaggio con el que se casó en 1954. Matrimonio fugaz, se separó nueve meses más tarde, ya que muchos dicen que él, desaprobaba la imagen de Marilyn, y se encolerizó cuando vio la mítica escena del vestido blanco en «La tentación vive arriba» .
Fue nominada al Globo de Oro, y contrajo matrimonio con Arthur Miller con el que estuvo casada cinco años. Parecían buenos tiempos sino fuese por sus continuas crisis, y por otro aborto espontaneo que frustraba de nuevo sus deseos de ser madre. De nuevo la critica y el público la aplaudieron y ganó el Globo de Oro por esta gran película «Con faldas y a lo loco».
«No me importa vivir en un mundo de hombres, siempre que pueda ser una mujer en él”
Ya en 1960, con un rodaje de «Vidas Rebeldes» duro y dramático, porque deben ingresarla en el hospital más la posterior muerte de Gable de un ataque al corazón, hace que se centren todas las criticas sobre ella. Esto y el anuncio de su divorcio la sumen en una crisis que llevan a su agente y colaboradores a ingresarla sin su conocimiento en un manicomio, del que logra salir para refugiarse en la mansión de Frank Sinatra.
Sin embargo, su reaparición en 1962, muestra una mujer diferente con un brillo especial en los ojos. Marilyn está enamorada y además inicia el rodaje de una nueva película, «Mi mujer favorita», que un día abandona sin pedir permiso para cantar el mítico cumpleaños feliz en la fiesta presidencial de John Kennedy. Una relación, que aunque da mucho que hablar en ese momento viene de tiempo atrás, con encuentros esporádicos en hoteles o en la misma Casa Blanca. Y que tiene su último encuentro en febrero de 1962, ya que se rumorea que Marilyn tenía un nuevo amor, un abogado que no es otro que Bobby Kennedy, hermano del presidente.
Mientras parece que todo va ocupando su sitio como en un guión, la industria del cine que quiere librase de su ambición rubia, su casa que está siendo vigilada por el FBI y la CIA, y un consumo excesivo de fármacos y alcohol. Llegamos al 4 de agosto en el que recibe varias visitas, como la de su psiquiatra, y se encuentra una mentira tras otra.
Hay versiones oficiales, y versiones de historias reales… Pero nunca se sabrá con toda seguridad lo que pasó, unos dicen que ante el ataque de histeria de Marilyn le inyectaron barbitúricos y más tarde la trasladaron en ambulancia, al Hospital donde falleció, para nuevamente ser llevada a su casa. Otras versiones implican a la mafia y nos hablan de un brutal asesinato, en el que le habrían suministrado una dosis mortal de barbitúricos para simular un suicidio, una muerte cruel y salvaje.
Lo que también es significativo, es que J. DiMagio que se encargó de celebrar su funeral, con los más allegados, prohibiera el paso al mismo a cualquier miembro de la familia Kennedy, o a Sinatra. Envió tres veces por semana rosas rojas a su tumba.
“En Hollywood te pueden pagar 1.000 dólares por un beso, pero sólo 50 centavos por tu alma”
Neurótica, depresiva, frágil, adicta a los fármacos, impuntual…En su vida hubo muchos hombres, sus cuatro maridos y una larga lista de amantes, algunos irreales y otros fruto de la leyenda que siempre la rodeó. No todos la hicieron feliz, muchos de los hombres que pasaron por su vida, la deseaban, amaban y despreciaban en la misma medida
ella misma dijo que… si te han hecho feliz, no es un error.
Una mujer sin ningún tipo de tapujos, con una moral propia y que hacía uso de su sexualidad como lo haría cualquier galán cinematográfico de su época. Esto para muchos era imposible de digerir. Una personalidad inestable, frágil, con continuos ataques de histeria, seguidos de episodios depresivos, con el alcohol y los barbitúricos que la acompañaban allí dónde iba. Muchos compañeros de reparto y directores acabaron exhaustos, por sus continuos retrasos, falta de concentración que obligaba a repetir las tomas una y otra vez, largas horas encerrada en su camerino mientras el equipo la esperaba, o los maquilladores que a veces tenían que maquillarla tumbada porque no podía ni sostenerse en pie. Marilyn era una mujer rota y en muchos de esos momentos enferma.
«Veo fantasmas y monstruos en mis sueños cada noche»
Una gran actriz dotada especialmente para la comedía, que cautivo a la industria del cine y al mundo entero. Representaba un icono de belleza femenina diferente y rotundo, los productores la sometían a continuas dietas que ella se saltaba en cuanto finalizaba el rodaje de cada película. No necesitaba hablar, un simple arqueo de cejas, su cadencia al andar que algunos sostienen que conseguía acortando el tacón de uno de sus zapatos un cuarto de pulgada, su sonrisa, o una mirada dulce e ingenua con la que nos regalaba bastaba. Un verdadero monstruo de la interpretación que siempre se sintió fracasada como actriz, como mujer y como esposa. Algunos la cuidaron y respetaron, otros muchos la despreciaron e insultaron, y precisamente estos pasarán a nuestra memoria por haber formado parte de la vida de esta increíble mujer, que era capaz de enmudecer a un batallón de soldados con un simple movimiento, y de someterse dócilmente a algunos de sus machistas y egocéntricos amantes.
Sus fantasmas la persiguieron toda su vida, de hecho ella misma decía que había pasado la mayor parte huyendo de sí misma, y aunque todos conocemos cuál fue su fatal final, nos gusta leer su historia y descubrir que esa mirada quería decirnos algo más.
Me despido con la descripción de este icono del siglo XX, que hace Luis Gasca en «Marilyn Monroe, La Diosa del Sexo».
«Pertenecía al público… nunca antes había pertenecido a nadie»
Nos encontramos en la próxima entrada.
@FedeB
Algunas fuentes: http://mujerdespuesdelos40.blogspot.com